de José Gerardo Vargas Vega


En esta soledad mía



                    busco nuevas ilusiones
                    en los recodos del camino.

                    Las palabras me empujan
                    al abismo de las desdichas
                    donde la blancura se cubre
                    de una dolorosa niebla.

                    Los relojes, con ironía,
                    me regalan un tiempo gris,
                    los versos se descomponen,
                    todo desaparece
                    entre una multitud
                    de máscaras asesinas.

                    Mi soledad, esta perpetua y
                    vieja compañera de viaje,
                    me guía hacia un horizonte
                    que se diluye lentamente.

                    Seguiré la estela
                    de los pasos perdidos.








El Jazz rasga con dulzura



       El jazz rasga con dulzura las nostalgias del corazón. La desbordante magia del saxo dibuja nuevas ilusiones a lo largo de una senda misteriosamente caótica. Todo es luminosidad, multitud de versos recorren los clubs y cafés buscando las razones de los poetas, sus palabras van cargadas de quejas y gritos contra una sociedad que les da la espalda. Sus demandas caen en el saco roto de las desdichas, en donde la verdad se oculta en metáforas alocadas que pregonar absurdas necedades que nadie quiere escuchar, no les interesa saber lo que encierran aquellas palabrejas tan extrañas e inconexas. Quién puede entender a estos individuos que se ocultan tras barbas de varios años? Da un no sé qué aquellos ojos llenos de madrugadas donde se adivinan estrellas, ebrias de ginebra barata, dando la nota. Son seres muy curiosos.
       El jazz sigue sonando y llenando el ambiente de lejanos amaneceres, los versos, atentos, aguardan las excentricidades de las musas aburridas, pero ya les da igual todo, no se quieren complicar la vida, que se mojen los poetas, ellos son los responsables de las gilipolleces metafóricas que claman a los cuatro vientos.
       El saxo juega con sus ritmos, las notas embriagadoras logran sacar a bailar a los tímidos versos que se afanan por comprender lo incomprensible, pretenden arreglar un mundo que, por momentos, parece perder la cordura.
       Los poetas hablan y hablan, comparten miserias. El jazz les anima a continuar su lucha utópica, seguirán, mientras les dejen, jugando con díscolas palabras tratando de poner algo de cordura en este mundo desquiciado, aunque esta cordura también sea metafórica.
       El saxo, con su nostalgia desbordante, impone su maravillosa ley y los poetas empiezan a escribir, sobre las lentas horas de la noche, sus últimas metáforas de la vida.


1 comentario:

  1. Amigo José Gerardo. La soledad con música de fondo ya no es soledad, digo, creo. Tu Jazz, ese Jazz que tus palabras van componiendo...; él mismo rasga con dulzura esa soledad tuya, que es un poco nuestra también, ahora que nos la dejas aquí, en esta revista para que nosotros la amemos también, bueno la conozcamos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar