Diluvio y espera
Carne y hueso, paraguas, gabardinas,
y un charco en cada vértice de lluvia
recuerdan que Noé inventó las olas
al principio del agua y del principio.
Mi espera se reduce (y no me quejo)
a luces en el suelo, desmayadas
sobre el brillante asfalto negro y seda
de esta parte del día que tiene luz de noche.
Delante tengo gotas,
y un río diminuto deslizándose
sin vértigo, como pequeña lágrima,
por el cristal que asoma a nuestra calle.
Dentro…
tu imagen contenida en un pet-tac,
la vida en un contraste.
Y yo te escribo en guardia,
con los ojos de perro,
al acecho, alerta, bienherido.
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