de Emilio Porta



Mago



       Sacaba cintas, bolas, conejos y palomas de su chistera... y todo con una varita que él sabía que era mágica de verdad, pero los espectadores pensaban que era un simple palito brillante. También suponían que la chistera se comunicaba con la mesa sobre la que cada noche el mago actuaba. Una mesa cubierta con un paño lleno de estrellas, bajo el cual habría un falso fondo, hábilmente ocultado. Ni por un momento podían imaginar que lo que veían ocurría realmente. Pero todo cambió cuando de un pequeño maletín depositado en el suelo salió una criatura diminuta y dijo: "Arkad, aunque te haga feliz, no podemos seguir jugando más en este planeta. Es hora ya de regresar al nuestro".





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